Tiene más de 30 años en jugarlo y no se arrepiente, es una tradición familiar que su abuelo y padre legaron a sus descendientes, de una generación a otra hasta encontrarlo a él y a sus vástagos quienes también lo disfrutan apasionadamente. Nos referimos al señor Enrique Álvarez, ciudadano hondureño quien preside actualmente el comité de golf de unos de los más prestigiosos clubes deportivos de Tegucigalpa, Honduras.
Con humildad y gentileza, vestido de la indumentaria adecuada, nos recibe en el campo de practica bajo un incesante sol y con un cálido estrechón de manos, confesándonos a escasos minutos sentirse honrado y orgulloso en jugar al golf.
“Ser de una familia golfista: abuelos, padres, tíos y primos que se inmiscuyen en este deporte es un gran honor para mí, un gran reconocimiento”, confiesa Álvarez mientras lo vemos disfrutar plenamente de este deporte. A su cargo está dirigir durante un año la parte técnica del golf, con la posibilidad de una reelección al club del cual es socio activo.
Practicar a menudo y ser diestro en dicho deporte –como lo afirman quienes lo conocen muy de cerca- lo ha llevado a ganarse muchos reconocimientos representando a Honduras en diversas competencias locales, nacionales y Centroamericanas. E intercambiar y asimilar gratas experiencias con muchos otros jugadores de su talla.
Casos como el del señor Álvarez son contados con los dedos de la mano, sin embargo llama la atención popular cómo cinco, cuatro o tres generaciones sobreviven al golf y contagian a otros que quisiesen unirse a formar parte de ese grupo.
Así como él, Honduras cuenta con muchos otros jugadores brillantes –desde niños hasta personas de la tercera edad- quienes han proveído glorias y muchas medallas al país en diferentes competencias en los que la bandera ha flameado con firmeza.
Para los amantes del golf, Tegucigalpa cuenta con una serie de campos profesionales rodeados de una naturaleza cálida y tropical, idónea para practicarlo, cumpliendo con la logística que dicha habilidad exige para su correcto desenvolvimiento y con facilidades en precios para todos los bolsillos.
"Tegucigalpa Country Club", fundado alrededor de los años 50’s por el reconocido hondureño Salvador Paredes, hoy en día es uno de los clubes más visitados y reconocidos, para ejercitar este y otros pasatiempos entre semana. Sus más de 500 socios y 280 miembros activos desarrollan durante el año diferentes torneos, competencias y eventos para el gusto y aprovechamiento de todas las edades.
Dicho club, refleja además de una impresionante panorámica, un campo profesional al aire libre, dotado de hierba natural extendida en 27 manzanas de tierra, dos de las cuales están en proceso de infraestructura. Tiene 18 hoyos reglamentarios o recorridos parciales, según lo explica el señor Octavio Pineda, presidente de la junta directiva del Club período 2007-2008.
Además, disponen de las herramientas necesarias para jugarlo, instructores capacitados que enseñan a otros desde los lineamientos básicos teóricos hasta los detalles más importantes que se pueden dar en un torneo y cuenta con la logística necesaria para disfrutarlo sólo o en compañía de amigos y familiares.
De igual forma, en el territorio hondureño existen otros centros de recreación donde puedes encontrar la comodidad, los servicios y la hospitalidad exclusiva propia del mundo del golf, todos ellos envueltos en una incomparable atmósfera de belleza natural y deportiva, que contribuirán sin duda a vivir una de las mejores experiencias:
- D’ Antoni Golf Club. Su envidiable campo natural, brinda además una cálida visión en la ciudad puerto de Honduras: La Ceiba, Colonia el Sauce. Tel. (504) 443-0175.
- La Lima Country Club. Cuenta con un campo de grama incomparable cuyo terreno de juego está habilitado para jugar en él todo tipo de torneos. Fue inaugurado en 1930 y actualmente se localiza al norte del país. Tel. (504) 668-1463.
- Lomas Golf and Country Club. Con una capacidad métrica similar a muchos campos de talla mundial. Se ubica en Choloma, Cortés. Tel. (504) 227- 4546.
- Villas Telamar. Ubicado en la cálida ciudad puerto de Tela. Tels. (504) 448-2393 /2984.
- Villa Elena Country Club. Se ubica en el Km 10½ carretera al norte (a San Pedro Sula) y a una distancia de 9 Km (5.6 millas) del centro de la ciudad de Tegucigalpa. Tels. (504) 251 5474, (504) 224 2087.
En la historia
En territorio hondureño se desconocen relatos históricos que narren cuando comenzó a practicarse, sin embargo la clase élite ha sido desde siempre quien por generaciones lo ha ejercitado con más ahínco y entrega, donde los caballeros prevalecen a jugarlo en mayor escala que las féminas quienes también en la actualidad participan y disputan un torneo de gala.
Para ejercitarlo se necesita asirse de cierta indumentaria y herramientas no menos importantes como guantes (hechos de material sintético o de piel), zapatos, bolsa y ropa de golf. Los palos, esferas pequeñas y el buggie o coche automático diseñado para conducirse fácilmente por las áreas verdes y jugar con mucha más prestancia y agilidad inclusive desde él (en caso que la persona sufra de alguna lesión muscular que le imposibilite caminar sobre el terreno de juego).
Se dice que fue en la costa este de la Escocia del Siglo VX donde ya lo jugaban, no obstante con el tiempo la practica se perfecciona y surgen los primeros campos y torneos de golf, se establecen leyes y metas más precisas, entre otros. Del porqué de los 18 agujeros, la historia popularizó el suceso en referencia con el número de tragos que contiene una botella de whisky.
En territorio hondureño se desconocen relatos históricos que narren cuando comenzó a practicarse, sin embargo la clase élite ha sido desde siempre quien por generaciones lo ha ejercitado con más ahínco y entrega, donde los caballeros prevalecen a jugarlo en mayor escala que las féminas quienes también en la actualidad participan y disputan un torneo de gala.
Para ejercitarlo se necesita asirse de cierta indumentaria y herramientas no menos importantes como guantes (hechos de material sintético o de piel), zapatos, bolsa y ropa de golf. Los palos, esferas pequeñas y el buggie o coche automático diseñado para conducirse fácilmente por las áreas verdes y jugar con mucha más prestancia y agilidad inclusive desde él (en caso que la persona sufra de alguna lesión muscular que le imposibilite caminar sobre el terreno de juego).
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